Sentado en el viejo sillón de la azotea
mientras repican los tambores del Viernes Santo
a los pies de mi vieja casa,
veo a mi padre perdido en el gran naufragio
de su España republicana.
Apenas una mueca de dolor,
una mirada ausente
y una lágrima limpia
por lo que nunca fue
aunque jamás
perdida la esperanza.
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SENTADO EN EL VIEJO SILLON
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